GOSCINNY Y UDERZO
PRESENTAN
UNA AVENTURA DE ASTERIX
Una buena noticia es que vuelve a circular Asterix, al menos en comiquerías (no sé como viene la mano en kioscos de revistas). Libros del Zorzal junto a Planeta se pusieron y ahora sacaron este clásico que, como todo lo que se aprecie como tal, está disponible por primera vez para muchos y por enésima vez para otros.
Hablar de Asterix, en lo personal, me mueve sensiblemente. El galo entra en el combo de lecturas primarias de la infancia, mucho antes del comic-book, cuando llegaba algún regalo de tíos o parentela en alguna festividad. Material circulante y abundante que se mezclaba y confluía con Patoruzú, Mafalda, Afanancio, Capicúa, alguna Billiken, Condorito (mis entrañas pide a gritos un post sobre el pajarraco), y alguna otra que se me debe escapar. Viñetas fundacionales, el tamaño álbum no miraba con ojos mas grandes al resto y todos compartían la pila por igual.
Sus personajes se me mezclaban en el imaginario y me hacía una sopa tremenda, el corpulento Obelix me aparecía en un album de figuritas de fútbol con personajes populares, con esas calzas que yo creía que representaba a la selección argentina, los romanos, el gorrito con alas de Asterix que siempre me daba vikingo. La aldea.
Pinta tu aldea y pintarás el mundo
De movida había un elemento que, apenas se abre el libro, detonaba la plástica imaginación de un niño:
Un fragmento de mapa de la Europa occidental, en un plano gigante que ocupaba toda la página, sin el delimitado de los guiones y con los nombres de la antigüedad; en un extremo, una lupa que amplificaba el panorama mostrando tres casitas con techo de paja, en un fortín que representaba a la aldea gala rodeada de campamentos romanos. Pero lo más terrible era el estandarte del César estancado y resquebrajando la tierra del mapa, una cosa totalmente surrealista, imposible, una estaca que tendría el tamaño de naciones y que se visualizaba casi en 3D gracias a su sombra proyectada sobre el continente y la lupa gigante que funcionaba como referencia de espacio.
En un cuadro el contexto político que impregnaba de épica a unos personajes que todavía no aparecían. El año 50 antes de Cristo y el imperio romano ocupaba toda la Galia...¿toda? ¡NO!. Porque una pequeña aldea resistía al invasor. El nivel de heroicidad se dispara a mil apenas arranca.
Dos temáticas atravesaban las historias. La historia de viajes y exploración, y la histórica resistencia de un pueblo ante un conquistador que no lo puede abordar porque tiene miembros que consumen una poción mágica y rompen todo.
Los viajes me exasperaban de buena manera, uno se iba de viaje con ellos y el alivio de llegar a la aldea era el de uno llegando a casa sano y salvo. Aventureros por el azar, emprenden un viaje en búsqueda de pescado y terminan en el culo del mundo conocido y desconocido. Pendencieros, familieros, fieles. Nada mas divertido para ellos contarse como le dieron una tunda a un romano que pasaba por ahí. Porque eso, los romanos los miraban de afuera, no se metían; y si por esas cosas se topaban con Obelix -cargando menhires como quien lleva 1 kg de papas- sabían que cobraban.
Personajes muy pintorescos y muy queribles. Un supersticioso jefe de aldea que siempre andaba cubriéndose con el escudo porque teme, literalmente, que le caiga el cielo sobre su cabeza. Un viejo sabio que prepara un caldo poderosísimo que hace fuerte a Asterix, y del que Obelix no bebe porque, casi como el mito de Aquiles, se cayó cuando nació en una fuente de la poción. Un juglar que quiere cantar y no lo dejan, que representaba para los creadores la voz censurada de la época en la que vivían. Anacronismos que mechaban referencias culturales de los 60 y los 70.
Apenas dos álbumes me acompañaron en la niñez, y otros tantos hace unos años editados por Salvat. Suficientes para quedarse fijos para siempre. De la infancia, Asterix en Hispania y La gran Travesía.
Después de las presentaciones, muy de serie, muy de primer número, comenzaba la historia: 7 viñetas, 6 de ellas en blanco y la restante, y última, en celeste. Las 6 viñetas en blanco venían con globos de textos. El primer diálogo es un ladrido cuyos caracteres, al igual que en los sucesivos diálogos en los siguientes paneles, venían decorados con extraños símbolos que sugerían un lenguaje exótico. La última viñeta, en celeste, decía:
"Pero abandonemos esos mares helados bajo su manto de niebla impenetrable..."
Con ese virtuosismo, sin dibujos, con ausencia del color salvo en la última caja completamente celeste, alcanzaba para decir que estábamos en un mar hostil en donde no podíamos ver a los locutores por la bruma. Al dar vuelta la página, los rayos del sol iluminan un colorido pueblo y comienza la aventura
Así arranca La Gran Travesía que me acompañó durante años. Y por esas cosas se me perdió entre mudanzas, castigado por la humedad y con hojas sueltas ya estará degradado por ahí.
Hace poco estuve en la muestra del CC Recoleta y fue muy emocionante el relato de la hija de René Goscinny contando las vivencias de su padre, educado en Buenos Aires, la de un hombre apátrida, ciudadano del mundo. Francesa ella y de poco dominio del castellano, contaba que hace poco vio Relatos Salvajes y que tuvo que verla de vuelta porque en la primera no pudo porque no paraba de llorar al escuchar el acento argentino (y porteño) que era el del padre. Sobre la estadía de Goscinny en Argentina, que vivió en el país desde los 2 hasta los 19 años, hay varios lindos mitos y verdades. Como el que se inspiró en Patoruzú para trasladar toda esa mitología patagónica haciendo un paralelo con los galos, que Obelix estaba inspirado en Upa y que sus calzas celestes y blancas eran un homenaje al club del que era hincha, Racing Club.
Asterix (o Astérix, según la anterior edición) está de vuelta. Por lo pronto, y según el listado, solo las historias del dúo, a diferencia de Salvat que llegó a publicar las historias de Uderzo en solitario. Vayan a comprar y/o completar esta hermosa clásica historieta...
...o, por Tutatis, que el cielo se caiga sobre vuestras cabezas.